La disolución de una sociedad es el
momento en el cual la empresa detiene su funcionamiento, con el fin de dar
inicio a un proceso de liquidación, el cual terminará con la desaparición final
de la misma.
La disolución puede presentarse por diferentes causas; pero en todo caso será por el ocurrimiento de un hecho que se encuentra previsto en los estatutos sociales, en la Ley como una causal de disolución, o por la decisión de una autoridad competente. Estos hechos o causales de disolución varían de acuerdo con el tipo de sociedad de que se trate y el régimen particular de cada una; pero en todas deberá existir el acta correspondiente en la que conste la decisión del máximo órgano social –asamblea general de accionistas o junta de socios, según sea el tipo de sociedad.
Una vez decretada y aprobada la disolución de una sociedad, la misma no podrá realizar ningún acto diferente a adelantar su liquidación; por lo tanto, y de manera casi simultánea, se da inicio al proceso de liquidación; el cual tendrá como objetivo realizar las acciones necesarias para liquidar los activos sociales con los cuales se deberá pagar el pasivo existente, hasta llegar a la desaparición final de la empresa ante el registro público de la Cámara de Comercio correspondiente.